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miércoles, 13 de abril de 2016

QUE SU ENCUENTRO CON UN GRUPO SEA AMENO

El caso de un grupo guerrillero que se desmovilizaba.

Era inicio de semana. Me encontraba en una región como encargado de la dirección de extensión a petición del director ejecutivo -también encargado- cuando desde la oficina central, nacional, me llamó el jefe para pedirme que me trasladara a un departamento con el fin de orientar un taller con grupo de jóvenes (hombres y mujeres) que estaban en proceso de desmovilización. Le comenté que no lo podía hacer inmediatamente pues ya tenía compromisos con grupos de agricultores. Me dijo que hiciera lo posible, que delegara, cancelara, o aplazara lo que pudiera, a fin de atender esa petición gremial y gubernamental.

Hice lo que debido y a los dos días me trasladé a la granja en donde estaba el grupo, atendido por el colega extensiones de la zona. Al llegar, me presentó a los muchachos y les dio algunas referencias mías. De inmediato me soltó al ruedo.

"Rompiendo el hielo"(!?)

Hice algunas preguntas introductorias para conocer un poco el estado de ánimo de los participantes y "el terreno que pisaba". Empecé por preguntarle el nombre a algunas jóvenes y luego a unos muchachos. La respuesta fue muy curiosa, pues antes de hacerlo, dirigían laminada a quien -suponía yo- era el líder. El asentía con la cabeza y con ese aval, respondían la pregunta. Esa operación se repitió cada vez que hacía una interrogación, las que que solo fueron tres o cuatro. Con esa actitud me di cuenta de cómo procedían y entonces... rápidamente corté y les dije que saliéramos a tomarnos un café. No hacía una hora habían entrado! Fue un pretexto para averiguar ciertos antecedentes. Era un grupo muy rígido, cerrado, muy dependiente, difícil!

Mientras tomábamos el tinto (café) le pregunté al colega qué había trabajado con el grupo en los días anteriores y qué metodología había aplicado. Me dijo cómo había procedido. Todo técnico! Solo elementos de tecnología de cultivos... Con esta y otra información desde su perspectiva, tuve ya un mejor conocimiento... y volvimos al salón...

Saben cantar?

Fue la pregunta que les hice al reanudar el trabajo. Se miraron como  queriendo decir "este se volvió loco? O... qué paso? Al notar su cara de asombro les dije: Si, sí, no se preocupen si les pregunto si saben cantar. Es que vamos a cantar. Silencio absoluto. Les interrogué qué canción sabían. Después de un silencio corto los animé a que me dijeran qué cantos sabían. Uno (el líder) dijo en voz baja... el himno de la guerrilla. Les dije que esa no me la sabía. Les propuse que cantáramos una muy común, que no dudaba que ellos sabían: "Y ese lu..." Más estupefactos quedaron. Esa empieza así: "Y ese lu...nar que tienes cielito lindo junto a la boca.... Unas sonrisas empezaron a dibujarse en los rostros. Dos, luego tres...  al final todos se unieron al coro. Pasamos luego a otra canción "La feria del maestro Andrés", animada, los hice poner de pie, movieron manos, gesticularon al son de las frases y... después de un cuarto de hora todos estábamos muy animados.

Así transcurrieron los cuatro das del taller, con mucha participación y un gran aprendizaje, especialmente para mi.

La clausura.

Recuerdo que el viernes en la tarde llegó u comandante guerrillero, armado hasta los dientes, con unos escoltas. Traía vino y galletas para celebrar el final de este encuentro. Al ver me aparté a u rincón a mirar la escena, mientras él hablaba con su gente. Estando así, apartado,  el comandante me mandó a llamar. Con mucho susto (no gusto) me acerqué, casi temblando. Me preguntó por el nombre. Se lo dije. Acto seguido me manifestó que me agradecía por el resultado del evento, que los muchachos le había dado muy buenos informes sobre la metodología, la confianza que se había despertado y cómo habían aprendido a conocerse más y a valorarse para ser útiles a la sociedad. Fue casi un discurso de clausura...

Lo que aprendí.


Aunque esto sucedió ya hace algunos años, he comprobado que cada encuentro con un grupo de agricultores -así sean con los mismos participantes- es diferente por la ambientación, el estado de ánimo, las circunstancias de momento, etc. Por lo tanto... siempre, siempre, siempre, se debe iniciar con un generador de mutua confianza. Llámese canción, chiste, dinámica, etc. Por cuanto tiempo? Hasta cuando el grupo está listo. Se necesita un poco de sensibilidad para identificar ese momento.  Hay que evitar  "arrancar en seco", y menos con temas técnicos, verdaderos ladrillos. No se trata tampoco de hacer una sesión de circo, ni de payasos. 





Un encuentro ameno deja un grato recuerdo y un buen aprendizaje. Practíquelo.






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