El caso de un grupo
guerrillero que se desmovilizaba.
Era inicio de semana. Me
encontraba en una región como encargado de la dirección de extensión a petición
del director ejecutivo -también encargado- cuando desde la oficina central,
nacional, me llamó el jefe para pedirme que me trasladara a un departamento con
el fin de orientar un taller con grupo de jóvenes (hombres y mujeres) que
estaban en proceso de desmovilización. Le comenté que no lo podía hacer
inmediatamente pues ya tenía compromisos con grupos de agricultores. Me dijo
que hiciera lo posible, que delegara, cancelara, o aplazara lo que pudiera, a
fin de atender esa petición gremial y gubernamental.
Hice lo que debido y a los dos
días me trasladé a la granja en donde estaba el grupo, atendido por el colega
extensiones de la zona. Al llegar, me presentó a los muchachos y les dio
algunas referencias mías. De inmediato me soltó al ruedo.
"Rompiendo el
hielo"(!?)
Hice algunas preguntas
introductorias para conocer un poco el estado de ánimo de los participantes y
"el terreno que pisaba". Empecé por preguntarle el nombre a algunas
jóvenes y luego a unos muchachos. La respuesta fue muy curiosa, pues antes de
hacerlo, dirigían laminada a quien -suponía yo- era el líder. El asentía con la
cabeza y con ese aval, respondían la pregunta. Esa operación se repitió cada
vez que hacía una interrogación, las que que solo fueron tres o cuatro. Con esa
actitud me di cuenta de cómo procedían y entonces... rápidamente corté y les
dije que saliéramos a tomarnos un café. No hacía una hora habían entrado! Fue
un pretexto para averiguar ciertos antecedentes. Era un grupo muy rígido,
cerrado, muy dependiente, difícil!
Mientras tomábamos el tinto
(café) le pregunté al colega qué había trabajado con el grupo en los días
anteriores y qué metodología había aplicado. Me dijo cómo había procedido. Todo
técnico! Solo elementos de tecnología de cultivos... Con esta y otra
información desde su perspectiva, tuve ya un mejor conocimiento... y volvimos
al salón...
Saben cantar?
Fue la pregunta que les hice
al reanudar el trabajo. Se miraron como queriendo decir "este se
volvió loco? O... qué paso? Al notar su cara de asombro les dije: Si, sí, no se
preocupen si les pregunto si saben cantar. Es que vamos a cantar. Silencio
absoluto. Les interrogué qué canción sabían. Después de un silencio corto los
animé a que me dijeran qué cantos sabían. Uno (el líder) dijo en voz baja... el
himno de la guerrilla. Les dije que esa no me la sabía. Les propuse que
cantáramos una muy común, que no dudaba que ellos sabían: "Y ese
lu..." Más estupefactos quedaron. Esa empieza así: "Y ese
lu...nar que tienes cielito lindo junto a la boca.... Unas sonrisas
empezaron a dibujarse en los rostros. Dos, luego tres... al final todos
se unieron al coro. Pasamos luego a otra canción "La feria del maestro
Andrés", animada, los hice poner de pie, movieron manos, gesticularon
al son de las frases y... después de un cuarto de hora todos estábamos muy animados.
Así transcurrieron los cuatro
das del taller, con mucha participación y un gran aprendizaje, especialmente
para mi.
La clausura.
Recuerdo que el viernes en la
tarde llegó u comandante guerrillero, armado hasta los dientes, con unos
escoltas. Traía vino y galletas para celebrar el final de este encuentro. Al
ver me aparté a u rincón a mirar la escena, mientras él hablaba con su gente.
Estando así, apartado, el comandante me mandó a llamar. Con mucho susto
(no gusto) me acerqué, casi temblando. Me preguntó por el nombre. Se lo dije.
Acto seguido me manifestó que me agradecía por el resultado del evento, que los
muchachos le había dado muy buenos informes sobre la metodología, la confianza
que se había despertado y cómo habían aprendido a conocerse más y a valorarse
para ser útiles a la sociedad. Fue casi un discurso de clausura...
Lo que aprendí.
Aunque esto sucedió ya hace
algunos años, he comprobado que cada encuentro con un grupo de agricultores
-así sean con los mismos participantes- es diferente por la ambientación, el
estado de ánimo, las circunstancias de momento, etc. Por lo tanto... siempre,
siempre, siempre, se debe iniciar con un generador de mutua
confianza. Llámese canción, chiste, dinámica, etc. Por cuanto
tiempo? Hasta cuando el grupo está listo. Se necesita un poco de sensibilidad
para identificar ese momento. Hay que evitar "arrancar en
seco", y menos con temas técnicos, verdaderos ladrillos. No se trata
tampoco de hacer una sesión de circo, ni de payasos.
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