Desde
hace muchos años soy amigo de un gran extensionista, a quien conocí en unos cursos de Extensión rural. Es un apasionado por el campo, por los
productores agrícolas, pecuarios, forestales. Ha trabajado en distintas partes
del país y ha compartido sus experiencias con otros extensionistas. Somos
buenos amigos y con cierta frecuencia nos comunicamos.
En una ocasión me comentaba que en casi todos los
cursos de capacitación en extensión rural a los que ha asistido, la mayor parte
del tiempo se le dedica a la difusión de tecnologías, a las metodologías de
enseñanza de técnicas para incrementar la productividad de las explotaciones agrícolas
o pecuarias. Me decía que los recursos destinados a los proyectos productivos tenían
una gran exigencia en incluir el componente de transferencia tecnológica.
Le manifesté que también veía esa obligatoriedad! Me interrumpió para hacerme caer en cuenta que se
insiste demasiado en realizar “parcelas demostrativas” “días de campo” “visitas”
y otros eventos sobre prácticas que ya los productores conocen. Al menos ya las
saben. El jefe en una ocasión, me obligó –dijo- a adelantar unas parcelas
demostrativas sobre fertilización en una zona en la que poco uso se hacía de
este insumo. Le argumenté que si no fertilizaban no era por falta de conocimiento
sino por otras circunstancias diferentes al conocimiento técnico, que sería
bueno investigar. Por poco me pega!
Foto libre tomada de la web
A
los directores de programas –continuó- les parece que dándoles estos insumos y “haciendo
más de lo mismo” es la mejor manera de “hacer que la gente haga”. Para la
entrega de fertilizantes y otros insumos se les pide a los extensionistas que
dicten una charla sobre lo que se les entrega. ¡Y al año siguiente los
productores vuelven a solicitar lo mismo como condición para mejorar la
productividad! Muchas personas, de arriba, directores y jefes, creen que a
mayor difusión mayor adopción! Y eso no
es cierto.
Es que “lo
que es solo resultado de la instrucción y el ejemplo, no se incorpora al mismo
ser sino que sigue ajeno a su verdadera naturaleza; no lo ejecuta
con energías sino solo con actitud
mecánica” decía Guillermo de Humbolt, me lo gritó mi interlocutor.
Mire -me advirtió mi colega extensionista- haga
este ensayo: antes de realizar un dia de campo, de dictar una charla, de un
curso corto, o de cualquier evento, pregúntele a los productores si ya saben o
conocen del tema que usted va a tratar. Yo lo he hecho. La respuesta general es
que ya lo saben. Entonces, ¿por qué no lo hacen, o lo hacen a medias? –les
vuelvo a preguntar. Surgen muchas respuestas, entre ellas las de tipo
paternalista: “no me han dado los insumos”.
“ya no hay ayudas para …”, etc, etc. Y si usted es hábil en preguntar llegará a
identificar la o las verdaderas razones (no pretextos) para no adoptar.
-Se acuerda usted el programa de seguridad
alimentaria, de hace algunos años? -me preguntó. Haga memoria de todos los
eventos que se hacían: reuniones,
demostraciones de método, entrega de aves, de semillas, de malla para el
encierro del espacio para la huerta…. en fin. Salga ahora al campo y cerciórese de cuantas fincas beneficiarias
de ese programa tienen siquiera una huerta casera…
-¿Qué recomienda usted, entonces? -fue
mi pregunta.
-Una
re-visión
del sistema de extensión rural. Menos difusión, más comprensión, más investigación
de tipo social. Fue su respuesta.
Eso no es fácil –le dije. -No estamos formados para
ese tipo de trabajo. Eso no se enseña ni se aprende. Se vive!
No es necesario saber mucho, sino sentir mucho, concluyó.