Una grata reunión.
Hace ya algunas semanas sostuve una reunión con dos profesionales de una entidad gubernamental, integrantes de una mesa de trabajo. Esa mesa la conformaban cerca de diez profesionales de dos entidades más, según información de los visitantes. El propósito de esa mesa -según me comentaron- es la de diseñar el tipo de formación y capacitación que deben recibir los extensionistas del país, de acuerdo con la Ley 1876 de 2017.
Para mi fue muy grato este encuentro; me gusta discutir este tema y exponer lo que siento sobre el mismo: la formación y capacitación de extensionistas y asistentes técnicos. Nuestro encuentro fue corto, de diez a doce del mediodía; lo suficiente como para una buena motivación y para quedarnos con algunas inquietudes sobre la orientación que se quiere dar a esta gran misión, de gran impacto en el desarrollo agropecuario en función del desarrollo rural del país.
Lo que habían hecho hasta ese día.
Iniciamos escuchando sus inquietudes y comentando sobre lo que habían adelantado hasta ese momento. Me entregaron un documento en con el resumen de los hechos relevantes de sus reuniones celebradas previamente. Se destacaba que se habían reunido con entidades gremiales e instituciones que han tenido experiencias en trabajos de extensión y capacitación a nivel nacional y regional. Normas, protocolos, planes de entrenamiento, referencias bibliográficas y un gran listado de “temas de capacitación” habían sido seleccionadas;muchas de ellas como conclusión de las entrevistas con los responsables de las capacitaciones en esas entidades.
Mi exposición.
En un brevísimo tiempo les presenté mis apreciaciones acerca del porqué considero que es el momento oportuno, único y de gran impacto, desarrollar un programa de formación y capacitación de los extensionistas del país, empezando por los capacitadores de esos extensionistas.
Haciendo un breve repaso del origen de la extensión en el mundo y las razones de su éxito en esos países, llegamos a considerar algunos factores del relativo éxito del mismo en unas entidades de nuestro país; y del fracaso en otros ámbitos; apreciaciones, por demás, sustentadas por Polan Lacki, ex-funcionario de la FAO. (Ver mi entrevista a Polan Lacki. https://www.youtube.com/watch?v=uooB9FoSJHw).
Las habilidades básicas.
La conclusión a la que he llegado, después de varios años de trabajo en campo y de capacitar a extensionistas de varias entidades, es la siguiente:
.- No se trata de “entrenar” sino de “formar” extensionistas. Esto implica, en primer lugar, adoptar unas actitudes y comportamientos acordes con una ética profesionala toda prueba, que dignifique al profesional de campo y sea ejemplo que contagie el entorno en el que trabaja; en el familiar, laboral y social-comunitario.
En segundo lugar, inducir al profesional de campo a que adquiera y desarrolle estas tres habilidades básicas, fundamentales, para el éxito en su desempeño:
a) Habilidades gerenciales.Es decir, tener claridad en la visión de futuro, de los resultados esperados, en el impacto económico, social, ambiental, sostenibles en el tiempo. Se requiere –por lo tanto- saber elaborar y monitorear indicadores que le permitan tomar decisiones correctas y oportunas sobre los factores críticos que afectan los resultados.
b) Habilidades de persuasión.Una comunicación efectiva y eficaz que motive, que inspire, que provoque la acción. La escucha empática. El uso de las preguntas que inciten a los productores a la reflexión y a obtener respuestas propias, acordes con sus propias circunstancias. Menos afirmaciones más interrogaciones!.
c) Habilidades de liderazgo.Cómo ser un profesional-líder que movilice otros líderes. Cómo identificar y potenciar ese liderazgo rural encaminado a la solución de sus propios problemas locales. Cómo trabajar con líderes. “Cómo encender antorchas antes que llenar las mentes con conocimientos”, parodiando al humanista François Rabelais.
Al terminar mi charla con estos ilustres visitantes comentaron entre sí, palabras más palabras menos: “parece que por donde vamos nos estamos desviando de esto que acabamos de escuchar aquí …”
Dias más tarde, en entrevista con un directivo de la Agencia de Desarrollo Rural, me preguntó cual sería un temario y el tiempo necesario para un taller de capacitación básica. Mi respuesta fue clara: al menos cuarenta horas, presenciales, con un espacio para practices y unas actividades de aplicación en las respectivas de trabajo. Adicionalamente, vendría un acompañamiento on line, por tres meses para las inquietudes que surjan en campo.