Cuando me reuní hace varios meses con un colega de una Corporación del sector agropecuario, al analizar el estado del SNIA, coincidimos en que se encontraba en un gran enredo. Como esta madeja de piola.
La pregunta es cómo desenredar esto. Fácil. Buscando las puntas. Esos extremos de la madeja representan las claves para orientar el trabajo del SNIA: los profesionales del campo y los productores. Buscarlos, reunirlos, escucharlos, no suponer soluciones desde escritorio.
El SNIA, con casi tres años, no camina. El Consejo superior de este organismo solo se ha reunido dos veces, en 2019; y eso que gran parte de sus más de veinte integrantes, lo pueden hacer cuando lo “crean conveniente” según el parágrafo 9 del artículo 8, de la Ley 1876. En este año 2020 no han tenido ni una sola reunión, pudiendo hacerlo virtualmente.
Existen tres Comités técnicos, uno por cada subsistema del SNIA. Ellos realizaron cuatro reuniones en el 2019. Este año ni una todavía. A mi parecer, el Comité más importante es el de Formación y Capacitación. De ese dependen los demás y toda la actividad a la cual debería dirigirse el SNIA.
Pero, ¿cómo capacitar a los miles de profesionales del campo si solo hay unos programas del SENA de más de 300 horas, con casi dos meses de duración?
Mi propuesta es la de:
1. Crear una comisión restringida de 3 – 5 personas que revisen y diseñen un programa de capacitación inicial de 40 horas, de aquí a octubre. Que sea práctico, ágil, operativo, con herramientas básicas para motivar e impactar en la zona rural. Sería la Versión 1
2. Avalar a un grupo de Institutos y Escuelas que capacitan técnicos para que lo hagan.
3. Capacitar a esos capacitadores en noviembre, para ajustes y validación de metodologías, a fin de arrancar en 2021.
En 2021, se elaboraría la versión 2, como en los celulares. No esperemos a tener una gama alta de capacitación desde un principio. Arranquemos ya.!
Próximamente, en vivo, por Aquí me encuentra.
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