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sábado, 20 de marzo de 2021

LA EXTENSIÓN RURAL Y LA VIRTUALIDAD.


 

 

 

Un extensionista, participante de un curso virtual sobre los factores claves de la comunicación persuasiva, me comentó lo siguiente: 

 

-La pandemia nos mostró una gran realidad. Es poco lo que nos necesitan los productores, al menos en esta zona. Ellos continuaron con la misma dinámica de las prácticas agropecuarias. No podíamos visitarlos en sus predios, pero eso no impedía que ellos aplicaran las recomendaciones que por años veníamos impartiendo. De vez en cuando nos comunicábamos por el celular para saber cómo s encontraban y qué necesitaban de nosotros. Era pobre el aporte adicional que le suministrábamos. Cumplíamos -eso sí- con las metas que nos imponían: ¡un número mínimo de llamadas diarias!

 

 Le comenté que me alegraba esa información por cuanto eso significaba que la dependencia tan acentuada de otros tiempos estaba dando paso se a la autonomía. Y eso ya es un principio del desarrollo. 

 

Los métodos de extensión difusionistas, presenciales, ¿se acomodan a los medios virtuales?

 

No faltan profesionales del sector agropecuario que pretenden hacer lo mismo de antes a través de los medios virtuales: reuniones, visitas a las fincas, demostraciones de métodos y hasta “días de campo”. ¿Usar la virtualidad como herramienta para suplir la presencialidad? ¡Me parece que es pedir demasiado a un medio! Algunas plataformas se han hecho intentan hacerlo, pero con grandes limitaciones: la comunicación gesticular, las distracciones de los participantes, las mismas ausencias, las interferencias por las fallas en la conectividad, son algunas de las restricciones de los medios virtuales. No obstante, por la pandemia, todo, o casi todo, se busca reducirlo a la virtualidad con el consecuente agotamiento de las personas y del instrumento.

 

¿Qué decir de las ‘investigaciones y encuestas” vía telefónica? ¿Son fiables? ¡Lo dudo! Los entrevistados –si son de los territorios en donde se tiene previsto adelantar un “programa más”- responden cualquier cosa; o lo que el encuestador desea escuchar. El cansancio y el escepticismo surgen en el momento. ¿Cómo comprobar que están diciendo la verdad? ¿Cuál es el sentimiento que se puede apreciar en sus gestos? En el informe preliminar generalmente se resalta: “el Proyecto fue consultado por los actores de la zona de influencia en donde se adelantará la propuesta.  Se realizaron  encuestas a los líderes través de una entrevista virtual estructurada de diez preguntas…”. 

 

Considero que una actividad de desarrollo rural bajo la modalidad virtual para una zona rural, requiere considerar estos tres factores, expuestos en la figura siguiente:




 

 

A)   Conectividad.

Es un factor que no depende del extensionista ni del programa de extensión rural; aunque sí se puede -y se debe- gestionar ante las entidades gubernamentales su instalación y mantenimiento, con un ancho de banda fuerte, con amplio cubrimiento.

 

B)   Las habilidades del extensionista, o profesional del sector agropecuario que interviene en la zona de influencia.

Es fundamental conocer las principales herramientas virtuales disponibles, gratuitas o de membresía. Sin duda esto facilita la labor del profesional. La mensajería instantánea, los mensajes de texto y de voz, las fotografías, los microvideos, son recursos muy valiosos en el trabajo de campo. Lo apoyan, no lo suplen.

 

C)   Las necesidades y habilidades del productor.

En la práctica de la extensión rural y de la asistencia técnica, es desde allí, desde el productor, de donde se debe partir para aplicar con eficiencia los apoyos virtuales. Y todo programa. Es un requisito sine qua nonidentificar las necesidades, expectativas, temores, rechazos, resistencia; así como las habilidades y aplicaciones de mayor uso por parte de la población rural. 

 

Ante las negativas para acceder a los medios virtuales por parte de los productores (como con la adopción de cualquier otra tecnología) es necesario llegar -en lo posible- a conocer las verdaderas razones de la resistencia a su aceptación. Los expertos en comunicación persuasiva indican que se debe acudir a hacer la pregunta del “por qué”, cinco veces, hasta llegar al meollo del rechazo. Sólo conociendo las verdaderas razones de la negativa se puede presentar medidas que las contrarreste de manera eficaz. De lo contrario, se puede caer en suposiciones erróneas que, en lugar de solucionar un problema, se puede llegar a acrecentar el enfrentamiento y el escepticismo.