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miércoles, 14 de junio de 2017

SIRVE DE PISTA PARA LA INNOVACION EN EXTENSION RURAL?

Acababan de regresar mi hijo y su familia de un viaje por unas ciudades en Ohio, USA. Habían pasado allí una semana, por  trabajo y descanso. Visitaron algunos parques nacionales. Sus niños sonjunior rangers”. En cada uno de esos sitios hicieron las actividades propias para recibir las respectivas insignias. Ya a la hora de la cena, todos comentaron sus gratísimas experiencias. Y la que más los dejó impresionados fue la realizada a un parque nacional, al museo y al campo de pruebas, por todo lo que significó aquel invento para la humanidad. Me motivó tanto esa historia que quise visitar la ciudad. Y lo hice en compañía de mi esposa y de mi hijo, unos días después. Tres horas en carro nos separan de Dayton, (Oh) desde Ann Arbor (MI).

Ejemplo para la innovación en nuestro trabajo?

Fue la pregunta que me la hice al final del día, cuando terminé el recorrido por el museo, el taller y el campo de las primeras pruebas. En el museo pude apreciar todos los pasos. Están documentados con fotografías, modelos, apuntes. Los avances y retrocesos. Los logros y los fracasos, hasta el accidente, que casi le cuesta la vida a uno de los protagonistas.

Persistían. Pidieron la información que necesitaban a un afamado Instituto: el Smithsonian. Elaboraron modelos.  Observaban, ensayaban, registraban, medían. Todo quedaba consignado: diagramas, pruebas y resultados.


El regalo, que inspiró su sueño.






Modelo exacto al regalo del padre a sus hijos. Foto: Ligorio Dussán

Todo empezó con un pequeño regalo de su padre, Milton.  Tanto lo entusiasmaba a uno de ellos que la profesora tuvo que llamarle la atención para que atendiera la clase. El video que exhiben en el museo resalta este hecho. Vivía obsesionado.

Más tarde los dos se convirtieron en empresarios de las artes gráficas y de las bicicletas. Tenían un taller con cuatro puntos de venta en la ciudad.  Sus productos eran de altísima calidad. De allí su éxito comercial. No eran profesionales, ni tenían estudios superiores. Solo los básicos; sin embargo, lo que inventaron tiene un alto contenido científico. Descubrieron tres principios que aún hoy persisten, y son el fundamento de esta industria.

Un trabajo de equipo, sin recursos oficiales, pero…

Katharine, se dedicaba a atender el negocio de las bicicletas mientras sus hermanos se dedicaban a las investigaciones, los ensayos de laboratorio y pruebas de campo. Cada uno cumplía con su papel en este equipo orientado a un objetivo preciso. No con financiación distinta a la de sus propios recursos sacados del negocio de la imprenta y las bicicletas. No tenían apoyo oficial ni “grandes amistades”. Tampoco eran los primeros ni los únicos en este empeño. Otros, como Alberto Santos Dumond, con estudios superiores en Francia, hijo de un granjero caficultor, en Brasil; y Otto Lilienthal, ingeniero e inventor, en Alemania, lo estaban intentando, cada uno por su lado.

Foto: Ligorio Dussán

Samuel Pierpont, astrónomo, físico e inventor norteamericano, había recibido cincuenta mil dólares del gobierno y veinte mil más del Instituto Smithsoniano. Tenía grandes conexiones con la Universidad de Harvard. Contrató los grandes talentos del momento. El periódico The New York Times seguía de cerca sus experimentos. Ante el fracaso, desistió. Quería fama y dinero según comenta Simon Sinek en sus libros y conferencias.


Campo donde los hermanos Wright lograron su primer vuelo. Foto: Ligorio Dussán

Fueron los hermanos Orville y Wilber Wright, en Dayton, los que lograron la hazaña el 17 de diciembre de 1903: volar un aparato tripulado, más pesado que el aire. Sin recursos, sin prensa, sin amistades influyentes. No era la fama ni el dinero lo que los motivaba. Tenían un sueño y una pasión.

Descubrieron principios y alcanzaron a desarrollar algunos modelos de aparatos voladores.


Los diseños y modelos  varían.  Los principios los soportan.



























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