EN EXTENSION RURAL, PRIMERO LO HUMANO; DESPUES LO TECNICO.
Ligorio Dussán
Una grata experiencia.
Una experiencia de grato
aprendizaje la obtuve en una ocasión cuando me desempeñaba como Supervisor
Nacional en la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia: me envió mi jefe a
hacer una capacitación de refuerzo a uno de los más florecientes “Grupos de
Amistad” en uno de los departamentos de mayor producción cafetera del país y
con mayor número de pequeños cultivadores. Hacía algunos años se había adelantado
en todo el país una intensa campaña de manejo de la broca del cafeto. Sin
embargo, las condiciones climáticas había favorecido la proliferación de la
plaga y era necesario –según los jefes- volver a insistir en las
recomendaciones técnicas ya impartidas.
Con gran entusiasmo acepté
la tarea y avisé al técnico de la zona sobre mi interés en quedarme en una de las
fincas pernoctando en casa de uno de los agricultores. Llegamos temprano en la
mañana a la escuela de la vereda, lugar de reunión.
Lo tradicionalmente técnico.
Como siempre, iniciamos
con un evento para entrar en plena confianza para promover la amplia
participación. Recuerdo que les pregunté qué recordaban del curso sobre el
control de la plaga. Me respondieron con detalle muchos aspectos que les llamó
la atención, empezando por el nombre del Ing. Agr. que le impartió el curso, su
baja estatura, algunas anécdotas vividas (y sufridas) como el caso de la falta
de conocimiento de los conocimientos básicos de matemáticas para la obtención
de los porcentajes de infestación en campo y otras. Entendí el porqué no se
manejaba bien el problema: se les había dado solo una opción de identificación
del grado de presencia de la plaga (en porcentaje), y no se habían explorado
otras maneras para suplir la falta de conocimiento sobre porcentajes, por su
baja escolaridad. No propusimos explorar otras “técnicas” supletorias acordes
con sus maneras de pensar y actuar. Y las encontraron!.
Entrando a la vida familiar.
Ese mismo primer día, en
la tarde, y después de la dinámica de grupo para afianzar la familiaridad y
consolidar la confianza de los participantes, hice un giro orientando la
reflexión hacia la vida de sus propias familias. Cada uno de los quince
integrantes (once varones, cuatro mujeres) elogiaron a sus hijos, se
deshicieron hablando de sus familias, de lo mucho que habían tenido que
trabajar para conseguir sus bienes, del unánime interés de que sus hijos
pudieran estudiar para que no tuvieran que pasar los sufrimientos y penurias de
la vida del campo. Fue una verdadera catarsis compartida con mucho respeto
entre todos. Muchos detalles de sus vidas familiares eran desconocidos entre
los mismos vecinos!.
Invitaron a sus parejas.
Como pernoctaba en una de
las fincas, les propuse compartir esa tarde algunos de los temas que podía ser
de interés como “la relación de pareja”, “la importancia del buen ejemplo para
los hijos”, “la formación de virtudes en los hijos”. Aceptaron.
Para gran sorpresa, hacia
las 6 p.m. empezaron a llegar las esposas y parejas de los asistentes trayendo
incluso a niños de brazos. Confieso con sinceridad que no sé de donde me salió
una especial motivación para compartir estos temas tan humanos y tan
pertinentes, que comprendí la gran importancia de llegar al productor (pequeño
y mediano) con acercamientos distintos a lo técnico. Hay sed de motivación, de
comprensión, de un trato humano. El productor no es un simple Homus Oeconomicus.
A las 9 de la noche los
despedí; pues algunas señoras habían llegado de lejos, con linternas, con sus
hijos de brazos y estaban empezando a dormirse. Al día siguiente, al empezar de
nuevo la jornada les pregunté cómo se habían sentido con la reunión de la noche
anterior con sus familiares presentes, y qué comentarios habían hecho las
esposas. Quedé sorprendido con sus respuestas: “Qué interesante y necesario todo lo que se habló; que lo único malo
fue lo cortico del tiempo!” Y yo
pensando que me había excedido.
Las personas tienen ansias de consuelo, de ánimo, de
comprensión, de alimento también para su espíritu!
Por lo
tanto, usted Extensionista sea más humano, menos técnico!
Para eso,
usted como Extensionista Audaz, no necesita ni ser un psicólogo ni un
sociólogo!. No necesita saber mucho, sino sentir mucho. Necesita volverse más
humano para tratar a su agricultor-productor como lo que es:
UN SER HUMANO!
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