Ligorio
Dussán
Mi compañero de viaje en el avión.
Regresábamos de
Pereira a Bogotá después de una semana bastante intensa de observación y
refuerzo de la “Campaña contra la broca del café”. Hacía algún tiempo se había
reportado su presencia en la zona cafetera más importante del país.
Naturalmente todos los esfuerzos humanos y técnicos se habían volcado
oportunamente a esa área para aplicar las recomendaciones establecidas en las
circulares alusivas “en caso de presentarse la broca”. Estábamos en otras áreas
aledañas.
Como la silla de mi
lado estaba desocupada, el doctor Alvaro Rodriguez G. (Director nacional de
extensión, en ese tiempo) me preguntó si podía sentarse allí. Naturalmente
acepté gustoso. Estaba leyendo una revista, pero la guardó en su maletín
mientras hablábamos de la experiencia del evento.
Los profesionales
de oficina central, del Departamento de comunicaciones (así se llamaba
entonces) fueron los encargados de dirigir y capacitar a los extensionistas,
apoyados por científicos entomólogos de Cenicafé; y
con la asesoría de los Supervisores nacionales de extensión, de los cuales yo
formaba parte. Dos grandes personajes (ya fallecidos) marcaron la pauta de la
campaña y -de paso- mi formación inicial como extensionista; y a quienes
recordaré con especial aprecio y gratitud: Héctor Alarcón Correa (el creador del
personaje y primer “Profesor Yarumo”, y Alvaro González Mora. (Aclaro, en ese entonces yo era muy jovencito!)
El grupo de técnicos de campo.
Con ese motivo hubo
una masiva contratación de ingenieros agrónomos y técnicos para capacitar y
motivar a los caficultores a hacer correctamente las labores de control y
manejo de la plaga. Todos fueron sometidos a exámenes psicotécnicos y a una
entrevista con el responsable de extensión. Su contrato era por un año.
Como es mi costumbre
pregunté algunas cosas personales a quienes estaban involucrados en la campaña.
Uno de los extensionistas de campo me impresionó positivamente desde cuando me comentó
que era hijo de caficultor, que tenía una parcela de café y que había terminado
su carrera de Derecho en el semestre anterior.
Quedé asombrado!
-Usted abogado, hablando de broca? –Y… cómo le va en esta actividad de la
campaña? – le pregunté muy interesado. -Muy bien –me respondió. Y acto seguido
me argumentó: -Mire, Ligorio, ya llevo un mes del contrato y he entendido lo
que se busca con la campaña: inducir a los caficultores a que apliquen las
recomendaciones que se les ha enseñado en los cursos y que están en la cartilla
que se les ha entregado; a que hagan las cosas, a motivarlos. Y para eso yo soy
muy bueno. Les sé llegar y los muevo a quecontrolen. Por eso me contrataron,
además soy cafetero y conozco el problema. Pasó a explicarme cómo hacía su actividad y
por
qué la hacía así. De verdad que me impactó positivamente su entusiasmo
y su seguridad en el trabajo.
El comentario del Dr. Rodríguez.
Esta experiencia
vivida con el profesional de Derecho se la expuse a mi jefe, compañero de viaje,
con los detalles que el mismo técnico me había dado, empezando desde la
convocatoria, pasando por las entrevistas, la contratación, la capacitación y
las primeras reuniones con los caficultores. El Dr. Rodríguez me escuchaba muy
atentamente, como solía hacerlo.
Al terminar mi
“informe verbal”, y cuando el piloto anunció que estábamos descendiendo, mi
interlocutor se limitó a decir:
-Ligorio, es el
verdadero sentido den trabajo de extensión: conocer muy bien al caficultor,
entender sus problemas, y buscar animarlos a actuar de acuerdo con la tecnología
experimentada. Ese personaje del que usted me habla ha asimilado muy bien su
papel como extensionista, y de allí su éxito.
Acto seguido sacó del
maletín de mano la revista que estaba leyendo y me señaló este párrafo[1]
que había subrayado: “El filósofo griego
Artistóteles, uno de los padres fundadores de la teoría de la comunicación,
creía que la persuasión se produce cuando están presentes los siguientes tres
componentes: ethos, logos y pathos. El ethos es la credibilidad; el logos
representa la capacidad de persuadir mediante la lógica, los datos y
estadística. El pathos es el acto de
apelar a las emociones”.
Y me mostró esta
figura, en la que representaba el análisis de una conferencia de Bryan
Stevenson en TED, votada como una de las más persuasivas en TED.com. Contenía los tres elementos pero el correspondiente
al pathos, a los sentimientos, era el
que más había predominado. El pathos representaba el mayor porcentaje (65%)
Es que simplemente
no es posible persuadir a base de lógica, de números, de rentabilidades, remató
el Dr Alvaro.
Ya en tierra, al
despedirnos me preguntó. Cuál de estos
tres elementos predomina en sus charlas técnicas?
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