NO MAS ESA CAPACITACION
“LADRILLUDA”!.
CONVIERTALA EN RELATO
Ligorio Dussán
Asistí a una sesión
de un curso. Era la segunda charla que dictaba el técnico, de las varias
programadas sobre un tema –para mi- muy importante. Solo había doce personas de
las veinticinco que asistieron a la primera. Uno de ellos, analfabeta,
participaba con su nuera que había cursado quinto primaria. Dos se retiraron a
la media hora, aduciendo trabajos urgentes en la finca. A esa visita me
acompañaba el jefe del capacitador. Me hice en la parte de atrás y durante más
de una hora observé la escena –aunque por breves momentos me echaba mi “motosito” (me dormía).
Desde cuando era
Supervisor nacional de extensión y ahora en mis actividades de consultoría he
visto con frecuencia repetirse muchas veces esta misma escena en extensión y en
asistencia técnica: El tema? Muy
importante. El material? Excelente, buenas cartillas-guias, ilustradas, con
ejercicios. Refrigerio oportuno; hasta con subsidio para el transporte; salones
adecuados. Sin embargo… esas charlas… muy aburridas!
El bendito video-beam está matando la creatividad.
En una Universidad
en donde dictaba algunas materias, era muy difícil conseguir un video-beam. Había una oficina solo para
esos equipos, con varios empleados. Eran reservados hasta con varios dias de
anticipación. Si no había, el profesor se irritaba.
En una reunión de
profesores en otra Universidad en donde también estuve como docente, la
coordinadora académica me pidió que hablara que podía dictarse las clases sin
necesidad de ese aparato, que podía –y se debía- usar otros recursos más
amenos, más participativos.
La dependencia del
tal video beam a veces llega a ser
enfermiza y muy malsana: se vuelve el fin no el medio. Algunas empresas de
extensión hasta llegan a financiar a sus profesionales la compra del equipo. Un
gasto más…
En una ocasión una
colega me escribió pidiendo que le sugiriera cómo hacer una charla técnica para
un programa de muy corto plazo. Le solicité me enviara su metodología para
hacerlo. El video-beam era el rey! Y
40 diapositivas llenas de texto, de gráficas de investigación y bla…bla…bla… Le
sugerí que dejara ese aparato en la oficina y trabajara con las experiencias,
las historias de la gente. De 45 minutos que había programado la conferencia se
prolongó a cerca de dos horas, amenas, muy participativas, más productivas,
según me comentó esta colega días después.
Los directores
ejecutivos y los directivos… de muchas empresas están deshaciéndose de sus
viejas presentaciones en Power Point
y sustituyéndolas por otras con las que llevan a su público a un viaje visual…
Su impacto emocional es mínimo (si es que lo tienen) dice Carmine G. en su libro Hable como en TED.
No le estoy diciendo que no lo use; sino que … le merme la intensidad de su uso.
Qué hacer, entonces?
Se acuerda usted de
“Caperucita roja”? De la “zorra y las uvas”? “Recordando a Nemo”? “Los tres
cerditos”? Pues sí… son cuentos
infantiles... Y qué tienen de malo? A quien no le gustan las historias? Por qué
pegan? Porque apelan a la mente pero llegan
al corazón!
Es que “las
historias no son más que datos con alma”, como lo dijera Brené Brown en una
conferencia TEDEx en 2010. Los scáneres
cerebrales han mostrado que las historias estimulan y activan el cerebro
humano, lo cual ayuda a que el expositor se conecte con su público… afirma el
autor arriba citado.
Siga estos pasos.
Daniel H. Pink en
el libro Vender es humano, comenta
que Emma Coats, una antigua escritoria de historias, después de haber estudiado
la estructura de los tramas de las películas exitosas ha encontrado que tienen
el siguiente guión, sin duda aplicable también en sus charlas técnicas.
1.- Erase una vez…
2. Todos los dias…
3. Un dia…
4. Con este motivo…
5.Debido a esto…
6. Hasta que finalmente…
Ya que lo sabe, puede hacerlo? No lo dudo. Lo invito a que lo haga y me cuente.
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