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viernes, 17 de agosto de 2018

¿PARA QUE QUIERE QUE SIGAN EN EL CAMPO?



Con cierta frecuencia conversábamos con el director ejecutivo regional de un gremio[1]el tema de los jóvenes del campo. El era partidario de lo que se llamaba el “relevo generacional”, en razón a la creciente edad promedio de los productores de café; fenómeno generalizado en todo el campo colombiano. Solía otorgarles beca de estudio solo a los jóvenes bachilleres, hijos de caficultores, que deseaban estudiar Agronomía. 

No compartía yo esa posición.
Le discutía que no compartía eso del ¨relevo generacional¨ así como se pretendía llevar a cabo, porque: 

a)   Consideraba que era limitar a esa juventud a una única opción de vida, la vida rural agropecuaria. 
b)   Se repetiría con los muchachos el mismo modelo productivo que por años se le ha venido transfiriendo a todos los productores desde la institucionalidad.
c)   Se desconocían los talentos para otras actividades económicas y artísticas.

Es un problema serio, pero… 
Esta preocupación que cobija a casi todas las organizaciones y entidades oficiales desde el nivel nacional, pasando por el departamental hasta llegar a los municipios, y que se analiza en todos los gremios, en las ONG’s, en las empresas privadas, casi siempre desemboca en ofrecer incentivos para que los jóvenes se queden en el campo.  Casi todos desde una perspectiva paternalista. Fundaciones como Fundejur (Fundacion para la juventud rural), y proyectos como los de darles en comodato predios para que los cultiven, no han tenido los éxitos esperados. Ha habido un gran esfuerzo económico en subsidios, no compensados con las expectativas. 

Lo que nos dice el censo de 2015.
“Las brechas entre lo urbano y lo rural se han venido ensanchando y el relevo generacional, con razón, es un temor para los productores agropecuarios. Los jóvenes se están yendo del campo, como lo mostró en 2015 el Censo Nacional Agropecuario, el tercero que se ha hecho en la historia del país. La juventud migra en busca de mejores oportunidades: educación, trabajo, bienes y servicios públicos y básicos” (El Espectador Agosto 10 de 2017). El problema del envejecimiento de los productores es dramático, ciertamente.

Usted, extensionista y Asistente técnico, empiece por observar los talentos.
Una propuesta sugerida por un experto, apunta a que el extensionista y los trabajadores de campo deberían aprender a identificar, apreciar y valorar los talentos de los jóvenes, para motivarlos a ellos y a sus padres a desarrollarlos en los centros educativos adecuados; no necesaria ni exclusivamente orientándolos a la actividad agropecuaria. Y para lograr ese ¨descubrimiento¨ se requería darle a los técnicos una capacitación sociológica y motivacional en ese sentido.



Mario Alonso Puig, en una de sus videoconferencias, demuestra que “hay grandeza en todo ser humano”. Trae el caso del joven Ben Carson, un afrodescendiente a quien todos sus compañeros tenían por tonto. Sin embargo, el profesor logró engrandecer su autoestima, generar una autoconfianza a tal punto que llegó a ser un neurocirujano muy destacado. 

¡Cuantos casos similares hay en su zona de trabajo o en sus alrededores! 
Considero que lo importante es que esos jóvenes tengan oportunidades para que desarrollen sus talentos y habilidades y, posteriormente, sí regresen al campo con nuevas visiones, con una mentalidad diferente, empresarial. Ejemplos tenemos de empresarios de origen campesino que, una vez profesionales, han regresado al campo para nuevas mentalidades.


¿Me puede responder la pregunta inicial?
Usted, extensionista, asistente técnico, ¿para qué quiere que esos jóvenes se queden el campo?

¿Será para repetirles la misma enseñanza técnica que por años usted le ha venido dando a sus padres y que los hijos ya la conocen?



[1]Con el Ing. Agrónomo Gonzalo medina P. (q.e.p.d), director ejecutivo del Comitéde cafeteros del Huila

sábado, 4 de agosto de 2018

¿SERA QUE ESTAMOS BUSCANDO LA LLAVE DONDE TENEMOS LUZ?

Talvez usted conoce esta vieja historia sufí en la que se cuenta que un hombre al llegar a la casa a altas horas de la noche no encontraba la llave para abrir la puerta. Todo el vecindario estaba oscuro, salvo un lugar cerca de su casa gracias a un gran farol del alumbrado público. Pasó un policía y al verlo preocupado buscando en el piso le preguntó qué buscaba.

–“La llave de la puerta de mi casa. Estoy cansado y necesito bañarme y descansar”, repuso el interrogado. El policía alumbró con su linterna el lugar en donde ese hombre buscaba para colaborarle en su apuro. Después de un rato de inútiles esfuerzos, al policía se le ocurrió preguntarle a aquel angustiado buscador. 

-“Sabe en donde se le perdió la llave?”

-“Allá en ese lugar, respondió” –señalando un lugar cercano, muy oscuro.

-“Y, entonces, por qué la busca aquí?” – le replicó el policía.

-“Es que aquí hay luz … y allá está muy oscuro…!, -fue la respuesta.

Figura tomada de blog.holaluz.com

¿Será suficiente la luz” técnica que creemos tener?
La luz de la agronomía, de la zootecnia, de la veterinaria, de lo forestal, es decir, de las ciencias agrarias. Esas son las luces que hemos recibido en la Universidad o en los cursos de Extensión rural y agropecuaria. Y le agregamos más y más. Más días de campo, reuniones, demostraciones, giras, etc. Más de lo mismo!

¿Esas luces técnicas serán las únicas? ¿Serán suficientes? ¿Cómo llegar al lado oscuro de las personas de las zonas rurales?

¿Cuentan las emociones?
Dos científicos sociales (Fredirckson y Losada)[1]desarrollaron un experimento para analizar la importancia de las emociones positivas y negativas en el bienestar general, compuesto por 33 elementos. Durante cuatro semanas cada participante registró sus emociones positivas y negativas. Los investigadores calcularon la proporción de esas emociones y las compararon con la puntuación otorgada por los participantes a la medida de su bienestar.

Los investigadores descubrieron que los que tenían un equilibrio equitativo, es decir 1 a 1, de emociones positivas y negativas, su bienestar era casi similar a los que tenían emociones básicamente negativas. Igual resultado se dio con los de la proporción 2 a 1. Pero cuando las emociones positivas superaban a las negativas en proporción de 3 a 1 (es decir por cada tres casos que sienten gratitud, interés o satisfacción, solo experimentaban un caso de ira, culpabilidad, rencor, o culpabilidad), la gente, en general prosperaba. Los investigadores también descubrieron que esa proporcionalidad tenía un límite, pues cuando superaba 11 a 1, las emociones positivas comenzaban a hacer más mal que bien. 

Le sugiero hacer este ejercicio.
Cuando visite a un productor, dedíquele un poquito de tiempo. Motívelo a que exprese sus emociones tanto positivas como negativas. Calcule la proporcionalidad de las primeras con relación a las segundas. Al final de la visita observe la actitud frente a su recomendación técnica del día. 

¿Contribuyó usted con esa visita en el desarrollo personal? Si lo ha logrado en esa usted está ayudando a encontrar la llave para ese productor. Felicitaciones.

Si no, no se desanime. Hágalo en la siguiente. Exitos.





[1]Citado por Daniel H. Pink. Vender es humano.

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