EN 2017, A DISFRUTAR DE LOS CUATRO REGALOS DE
LOS REYES PARA USTED.
Ligorio Dussán
Se cuenta en la Tradición que al Niño de Belén lo visitaron tres Reyes,
guiados por una estrella. Cada uno le llevaba un presente. Los mismos que todos
hemos recibido y que, al inicio de este año, quiero compartir con usted:
El primero, el ORO. Refieren al Rey Melchor como el que ofreció
este obsequio. Representa lo más valioso, la VIDA. No importa la edad que
tenga, usted porta este gran tesoro. Lo cuida? Lo conserva con una buena alimentación,
con ejercicios moderados; sin los vicios destructores como el alcohol, el
cigarrillo, el sedentarismo?
El Segundo, el INCIENSO. Se dice que fue el Rey Gaspar quien entregó
este presente. El incienso significa la adoración, la plegaria; es el reconocimiento de un SER superior a quien
debemos gratitud, adoración. ¿Dedica usted algún tiempo durante el día a quemar
en la brasa de su corazón ardiente ese incienso de alabanza, de súplica de
perdón, de petición? Solo se
necesitan unos breves minutos para hacerlo. Al levantarse asuma esa actitud de
silencio interior y alabe al Señor.
Ore. Sentirá cambios en su vida y en su relación con los demás.
El tercero, la MIRRA. Lo entregó el Rey Baltasar. “Se trata de una resina aromática que
exuda la Commiphora myrrha, un
árbol que de forma natural crece al noreste de África, en Arabia y Turquía. De sabor muy amargo, la mirra fue un
bien muy preciado en la antigüedad, ya que se empleaba para elaborar perfumes y ungüentos. Esta sustancia también tiene
numerosas propiedades medicinales…”. La mirra ese es el símbolo
de su trabajo, honrado, honesto –a veces amargo- que irradia el perfume de sus
frutos, y que beneficia a los que se sirven de ellos.
El cuarto regalo, las
PERLAS, de
la bondad, de la Caridad. Hubo un cuarto Rey –según una leyenda- de nombre ARTABAN que también vio brillar
la estrella sobre Belén y decidió seguirla. Como regalo pensaba ofrecerle al
Niño un cofre lleno de perlas preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando
con diversas personas que iban solicitando de su ayuda.
Este Rey Mago las
atendía con alegría y diligencia, e iba dejándoles una perla a cada uno. Pero
eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres,
enfermos, encarcelados y miserables y no podía dejarlos desatendidos. Se
quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego
procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.
Sucedió que cuando por
fin llegó a Belén, ya no estaban los otros Magos y el Niño había huido con sus
padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo. El Rey Mago siguió
buscándolo, ya sin la estrella que antes lo guiaba.
Buscó y buscó y buscó…
y dicen que estuvo más de treinta años recorriendo la tierra, buscando al Niño
y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén justo en el
momento que la multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre.
Mirándolo, reconoció en sus ojos algo familiar. Entre el dolor, la sangre y el
sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de la estrella. Aquel miserable
que estaba siendo ajusticiado era ese Niño que por tanto tiempo había buscado!!
La tristeza llenó su
corazón, ya viejo y cansado por el tiempo. Aunque aún guardaba una perla en su
bolsa, ya era demasiado tarde para ofrecérsela al Niño que ahora, convertido en
hombre, colgaba de una Cruz. Había fallado en su misión...
Y sin tener a dónde más
ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte.
Apenas habían pasado
tres días cuando una luz aún más brillante que la de la estrella, llenó su
habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro!
El Rey Mago, cayendo de
rodillas ante Él, tomó la perla que le quedaba y extendió su mano mientras hacía
una reverencia. Jesús le tomó tiernamente y le dijo:
“Tú no fracasaste. Al
contrario, me encontraste durante toda tu vida. Yo estaba desnudo, y me
vestiste. Yo tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber.
Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres que atendiste
en tu camino.
¡Muchas
gracias por tantos regalos de amor, ahora estarás conmigo para siempre,
pues el Cielo es tu recompensa!
Que estos
CUATRO REGALOS de los REYES sean los que usted va a compartir durante todo este
2017 y formen parte de su vida espiritual, vida familiar y laboral.
Si los pone a
fructificar, sin duda que su vida será plena y de MUCHOS EXITOS.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario