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viernes, 15 de febrero de 2019

AHHH!, LOS BENDITOS PROTOCOLOS!

Una llamada preocupante de un colega.
En la segunda semana del mes de enero de este año me llamó un extensionista de una empresa gremial agrícola. Me pedía lo orientara acerca de unas actividades de extensión diferentes a las que por varios años viene desarrollando con sus productores. Esto fue lo que me dijo, palabras más palabras menos:

-“En estos momentos estoy elaborando el listado de productores para la conformación de los grupos y subirlas a la “plataforma” de seguimiento y de informes; he hecho algunas reuniones con los productores para socializar el plan de trabajo de este año 2019. Cuando les expongo la temática y en especial la metodología de trabajo grupal, los productores fruncen el ceño y me dicen: “Ingeniero, otra vez lo mismo?”.Como ve, Ligorio, ya los productores están aburridos con la misma manera de trabajo de años anteriores; y la “plataforma” no me deja ingresar otras, diferentes a las que ya están establecidas en el protocolo. Hay que seguirlo. No me puedo salir de ahí. 

Lo felicité por querer hacer algo diferente y por haber entendido que el trabajo de extensión no es seguir unos protocolos preestablecidos, ni dar recomendaciones técnicas estandarizadas en manuales, ni cumplir con un determinado número de visitas, de reuniones y otras metodologías parecidas, escritas en los protocolos de los contratos de trabajo. 

Le comenté el caso de una colega que me hizo una consulta parecida hace algún tiempo. A ella le pedí que me enviara el tema de su presentación y la metodología que había preparado. Al verla, le recomendé que identificara con claridad qué era lo que pretendía que los productores: a) aprendieran, b) sintieran, y c) hicieran.

Le sugerí entonces, que cambiara todo lo previsto; que partiera del conocimiento y de la experiencia de la gente; que apelara a los sentimientos sobre el tema en particular. Dos días después me agradeció la sugerencia. Aprendió algo interesante: saber escuchar.Este es un valor muy importante que hay que rescatar en el trabajo de campo. Y, desafortunadamente no se enseña en los cursos de extensión.



Casados con una metodología?
Al oír a muchos colegas extensionistas y asistentes técnicos, me parece que nos hemos casado con unas formas de trabajo que -si bien dieron o han sido exitosos en otros tiempos- ya no lo son tanto para los momentos actuales. ¡Los productores están cada día más informados, son más exigentes y… más pobres! ¡Si no innovamos nuestros métodos, más temprano que tarde seremos ineficientes! Se necesita tener desarrollar criterios profesionales.

En un reciente artículo leí lo siguiente: Hoy un graduado sabe que deberá renovar sus conocimientos cada cinco años… Un estudio reciente de la Ocde definía, entre grupos de interés muy diferentes, cuáles son las cualidades necesarias para el éxito en el trabajo. Hubo coincidencias extraordinarias. Tres características fueron calificadas por todos como las más importantes. En su orden: generar nuevas ideas/soluciones, disposición para cuestionarse, y capacidad para expresar bien sus ideas. Las de menor importancia fueron capacidad negociadora y autoridad.”[1].

¿Se atreve usted a buscar, o a experimentar nuevas formas de trabajo en extensión y asistencia técnica? ¿Lo permite y lo auspicia su jefe? O… él ¿le impide toda posibilidad de escucha, de apertura a nuevas iniciativas en metodologías, en abordajes diferentes? ¿Cierra la puerta a otras perspectivas? 

 Ensaye, atrévase a hacer algo diferente. No tema cometer errores calculados. Sea un emprendedor en su trabajo. Alguien dijo: “si cierras las puertas a los errores puede dejar por fuera la verdad”. Verifique la eficiencia y eficacia de su método en los resultados. 

La tragedia de los protocolos.

Foto tomada de internet
Eric Garner, un hombre negro de Nueva York, murió por estrangulamiento cuando el policía Daniel Pantaleo, junto con otros policías vestidos de civil lo quisieron arrestar. Lo tumbaron y ya contra el suelo Eric, sin poderse mover, gritaba “no puedo respirar, no puedo respirar”. Poco le interesó al policía sus lamentos, sus quejas. Eric… falleció. Sufría de obesidad, diabetes y asma. Eso no lo quiso escuchar el policía, ni le importó. Un juez de Nueva York no formuló cargos contra el policía Daniel… Estaba cumpliendo con los protocolos!


[1]Moises Wasserman. El Tiempo. Febrero 7 de 2019

viernes, 1 de febrero de 2019

LOS PROPOSITOS DE AÑO NUEVO DE UN EXTENSIONISTA.

Un grato encuentro.
Caminaba con mi esposa por una calle de san Agustín (Huila) a donde nos habíamos desplazado para celebrar en familia el fin de año. Todo el pueblo era un gran pesebre; el más grande del mundo, según las noticias. De repente alguien me llamó por mi nombre. Era Henry M. Estaba parqueando su carro cuando me vió. Me detuve, me dio un gran abrazo. Le pregunté qué hacia allí, en donde estaba trabajando ahora. Me dijo que me recordaba mucho desde cuando participó en algunos talleres de Extensión que dirigí cuando él trabajaba como extensionista en el Comité de cafeteros de Cundinamarca. Me comentó que ahora era empresario, que vivía en Pereira. Lo invité a tomarnos un tinto en una cafetería cerca, pues quería conocer más de su vida.


En la cafetería.
Hace más de quince años que me retiré del trabajo como extensionista -me dijo, retomando la charla. Tomé esta decisión -continuó diciendo- en razón a que no veía más futuro para mis aspiraciones; es difícil tener una movilidad ascendente; además, con la incertidumbre que surge del sistema de contratación anual, me sentía condicionado a realizar solo lo que estaba estipulado en el mismo contrato. Usted sabe que yo cuestionaba algunas imposiciones de los jefes en esa materia, y eso les molestaba mucho. -Como cuales? -le interrumpí. -Pues… eso de contratarnos para un determinado número de reuniones, demostraciones, visitas, etc, etc. Usted lo sabe muy bien, Ligorio -me señaló.

Cambiando de tema.
No quise ahondar más en esto, pues parecía tener cierto resentimiento con su trabajo, pese a que era una persona muy inquieta, de propuestas, de iniciativas, truncadas algunas -o muchas-, según él.

-¿Qué hace ahora? ¿A qué se dedica? -le pregunté.
-Soy empresario desde hace quince años, desde mi retiro del trabajo como contratista. Tengo una empresa con otro socio. Estudio, pongo a prueba mis ideas de gerencia, aplicando lo que usted nos enseñó sobre gerencia de metas; al igual que los temas de persuasión y liderazgo que aprendimos con usted en sus talleres .

-Felicitaciones y muchos éxitos en su empresa. Me alegra saber que estas reflexiones de mis seminarios tengan también una buena aplicación ahora en su vida empresarial, -le dije.

-Es que la Extensión rural es también una empresa; ¡y como empresa debe gerenciarse! -me lo manifestó con especial vehemencia.

Propósitos de Año Nuevo.
Estamos finalizando un año más. Todos hacemos propósitos para el nuevo año. ¿Cuales son los suyos… si me los puede compartir? -le interrogué. 

-Son tres, nada más. -me lo dijo sin titubear, y en ellos he venido trabajando:

El primero, formarme cada día más como persona íntegra, ética y transparente. Esto implica una formación espiritual, intelectual y física… bajarle un poquito a la barriga… Ya tengo mi plan de ejercicios y de dieta que empecé hace quince días.

El segundo, voy a aprender a escuchar. (Aquí hice una mueca mostrándole mi sorpresa). Mire, Ligorio, -me dijo: en este negocio, como en cualquier actividad humana debemos aprender a escuchar. Escuchar es un acto de respeto hacia la persona con quien interactuamos; eleva la autoestima del interlocutor, aprendemos a ser humildes, y… sobre todo… aprendemos lo que no sabemos. Escuchar es un arte y una ciencia, -me afirmó.

El tercer propósito una autoevaluación permanente.Solo de esta manera puedo conocer si estoy creciendo como persona o no. Verificar si me he dejado dominar por mi orgullo, por mi terquedad, si estoy cumpliendo con lo prometido, en fin, revisión periódica de mi vida…

-Pareciera que usted ha estado haciendo retiros espirituales… le dije. ¡Me admira su decisión, fue mi observación!

-Es que he aprendido que lo mas importante en la vida es tener paz y armonía interior. Y que teniendo ese equilibrio interior lo voy a tener con los demás, independientemente del trabajo que realice. Estoy convencido que, si todos cambiáramos, si todos mejoráramos, mejoraría nuestra sociedad. Ese es mi pequeño aporte.

¡Pagué la cuenta y nos despedimos con un fuerte abrazo deseándonos un FELIZ AÑO!




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