Estaba encargado de un programa.
Ese proyecto llevaba ya dos años de ejecución. La directora había salido a licencia de maternidad. Una de las primeras actividades, que me propuse fue la de visitar en campo los trabajos adelantados. Coordiné para hacerlo, con la Jefe nacional del PMA (Programa Mundial de Alimentos), organismo internacional que suministraba gran parte de los recursos.
Cuando llegamos a la zona, en el norte del departamento del Tolima, nos atendió la colega responsable de la microcuenca en esa región. (Me abstengo de decir su nombre). Visitamos varias construcciones de baterías sanitarias que eran uno de los objetivos del programa.
Mi sorpresa en una finca.
En una de las pequeñas fincas, el dueño del predio nos recibió muy amablemente. Quedé sorprendido por la estupenda construcción de la batería sanitaria, (mejor que la que aparece en la foto), que contrastaba con la choza en que vivían: techo de cartón encerado, piso de tierra, dos piezas sin puertas, separadas por “cortinas” de costal. Los cerdos y las gallinas se refugiaban en el interior de la “casa”.
Pero lo que más me llamó la atención fue notar que la niña mayor de los cuatro hijos, no había ido a la escuela ese día. Le pregunté la razón. ¡El señor me contestó que la profesora de la escuela le había advertido que si la niña no iba con el uniforme no podía seguir en la escuela! Y que él no tenía el dinero para comprarle el ajuar solicitado por la profesora.
Qué entiende usted por desarrollo?
Llamé aparte a la colega y le pregunté qué entendía ella por desarrollo, que yo no podía creer que hubiera embarcado a ese señor en una obra tan costosa, -así hubiera sido con el crédito subsidiado del programa- y no hubiera tenido en cuenta las prioridades de la familia, como era la educación de esa niña y el mejoramiento de la vivienda. Me respondió que ella estaba buscando cumplir la meta que le habían asignado.
A la hora del almuerzo llegó el Ing. Agrónomo, extensionista, invitado por el dueño de la finca. Nos saludó y luego y me invitó a que visitara el cultivo de la finca. Ya en el lote me comentó los pormenores del mismo: el área sembrada, la edad, la densidad, la variedad. Le hice la observación que lo veía un poco enmalezado y escaso de fertilizante. Ante esta observación el extensionista me advirtió que el finquero no pudo acceder al crédito que él le había planificado para esas labores por cuanto la capacidad de pago la había copado el crédito para la batería sanitaria.
Una corta tertulia.
Ya en el pueblo, de regreso a Bogotá, hicimos una pequeña reunión en una cafetería. Les hice la observación ante la jefe nacional del PMA de mi posición sobre el concepto de desarrollo. Les dije que no entendía cómo embarcaron a un pobre productor en unos créditos y en una obra tan costosa cuando no tenía para el uniforme de la niña. Que cuales eran las prioridades de unos programas que, supuestamente van a ayudar al productor del sector agropecuario. En fin, hicimos una buena sesión crítica de lo observado en esas visitas.
¿Usted, apreciado colega, qué comentario tiene sobre esta escena?!Tres entidades disputándose el mismo ¨cliente¨ para poder cumplir las metas de sus programas, a expensas del bienestar del productor! La maestra, el extensionista y la colega del programa ambiental!
¡Y dos de ellas de la misma entidad!
¡No creo que esto ocurra en este tiempo! O, ¿sí?
¿Usted qué opina?
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